domingo, 21 de abril de 2013

Entrevista a Zahi Hawass



A un mes de cumplir los 66 años, Zahi Hawass es una leyenda viva de la Egiptología. El megalómano que durante una década sirvió como secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades y llegó a ministro hizo mutis por el foro en julio de 2011. La revolución que venció a Mubarak también cayó implacable sobre su figura de hombre huraño y altivo que perseguía momias en las televisiones estadounidenses y encandilaba a la prensa calándose su sombrero de aventurero romántico. 

«Aún lo conservo y lo uso cuando voy por las pirámides», reconoce el arqueólogo en una entrevista en la que no oculta su ansia de regresar al Ministerio. «Nunca pensé que llevar el sombrero me diera tanta fama internacional. Pero me encanta que la gente me recuerde como el último faraón o Indiana Jones», confiesa desde una oficina abarrotada de fotografías en el que posa sonriente junto a Barack Obama o la Reina Sofía y decenas de variopintos diplomas que glosan los galardones otorgados por la Real Banda de Gaitas de la Diputación de Ourense o la sevillana Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. 

Pregunta.- Desde hace tiempo se registran ataques a sitios arqueológicos como las pirámides de Dashur. ¿Le inquietan? 

Respuesta.- Por supuesto. He dado mi vida a la arqueología y sufro cuando veo lo que está sucediendo. No hay dinero para proteger el patrimonio porque la situación del país no permite el regreso de los turistas. Y los vecinos que residen cerca de los monumentos los están atacando. Si alguien roba objetos, siempre existe la posibilidad de recuperarlos, pero cuando -como ocurre ahora- se ataca un lugar histórico construyendo o cultivando, lo que se está haciendo es destruir y arruinar el pasado y futuro del país. Hay en marcha además excavaciones ilegales y las misiones egipcias que yo inicié y lograron grandes descubrimientos están totalmente paralizadas. 

P.- Su proyecto estrella, la construcción del Gran Museo Egipcio cerca de la necrópolis de Giza, languidece sin presupuesto. El Gobierno acaba de iniciar una campaña de donaciones entre los turistas... 

R.- Pero no vienen turistas y los ingresos no son suficientes. Ése es el problema. Debería realizarse una campaña de financiación entre la población local. Que cada egipcio aportara una libra buscando al mismo tiempo la ayuda de bancos y comunidad internacional. Confío en que la calma regrese a Egipto y yo pueda ser otra vez parte del equipo que restaure la gloria del Antiguo Egipto. 

P.- ¿Barrunta su regreso al Ministerio? 

R.- ¿Por qué no? La egiptología me necesita y yo la necesito. Las antigüedades son parte de mí y yo de ellas. Nadie puede privarme de esta relación. 

P.- Entonces, ¿los responsables de proteger el legado egipcio no están haciendo su trabajo? 

R.- El nuevo ministro hace lo que puede. En una situación tan crítica como la actual, nadie en su lugar podría hacer más. Pero, por ejemplo, deberíamos lograr el permiso para que los 8.000 guardas que velan por la seguridad de los sitios arqueológicos dispongan de armas de fuego. Sin armas, los monumentos serán destruidos y todo el planeta lamentará el naufragio de nuestra historia. 

P.- ¿Qué es lo que más le desagrada de lo que observa? 

R.- Me entristece mucho que el Ministerio de Antigüedades trate como colega al Museo Neues de Berlín. Podemos mantener relaciones de amistad con cualquier museo del mundo, pero no podemos renunciar a nuestros derechos. Yo recuperé 5.000 objetos extraídos ilegalmente del país y batallamos con el museo alemán para que nos devolviera el busto de Nefertiti. Tenemos pruebas de que abandonó Egipto de manera ilegal y la lucha debe continuar. Que regrese a casa no es sólo mi deseo sino el de todos los egipcios. Jamás cejaré en este empeño. 

P.- ¿Qué misterios aguardan aún a ser descubiertos? 

R.- Sólo conocemos el 30% de nuestro patrimonio. El resto sigue esperando bajo tierra e ignoramos lo que las arenas de Egipto esconden. Cuando excavé en el oasis de Bahariya, hallé 250 momias de gran valor pero allí todavía hay otras miles a la espera de que algún equipo las desentierre. Debemos seguir buscando y trabajando duro, como hacíamos antes. Por aquella dedicación muchos me atacaron tras el triunfo de la revolución. Estoy orgulloso de haberme enfrentado a las acusaciones y haber probado mi inocencia. 
P.- Un día se descubrirá... 

R.- Un día encontraremos la tumba de la reina Cleopatra; desvelaremos el misterio que se oculta tras las dos puertas secretas de la gran pirámide de Keops; daremos con la tumba de Imhotep, el célebre arquitecto de la pirámide escalonada de Zoser, o sabremos dónde descansan Tutmosis II, Ramsés VIII y Nefertiti. En el futuro, el análisis de ADN de las momias que nos ha ayudado a descifrar las enfermedades de Tutankamón y su árbol genealógico podría responder a muchas de las incógnitas que los egiptólogos se hacen aún sobre las dinastías XVIII y XIX. 

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