martes, 8 de enero de 2013

Gérard Depardieu ya es nuevo ciudadano ruso



El nuevo ciudadano ruso Gérard Depardieu ha dejado de creer en Papá Noel. Ahora celebra la Navidad en su nueva patria el 7 de enero, de acuerdo al rito ortodoxo. Por eso se desplazó ayer hasta Sochi, a orillas del Mar Negro, para compartir estas fiestas entrañables con el amigo que le ha salvado del acoso fiscal de François Hollande: Vladimir Putin. 

Aunque la tradición en aquel país es dar los regalos durante la Nochebuena del 6 de enero, tras ver por televisión la misa celebrada en la catedral moscovita del Cristo Salvador por el patriarca Cirilo, el presidente ruso tenía previsto hacer una excepción con su ilustre invitado. Según indicó a France-Presse el portavoz del Kremlin Dmitri Peskov, su jefe se proponía entregar ayer al más famoso apátrida de la República Francesa su flamante pasaporte ruso. 

Así que aunque la epifanía no figura en las creencias de uno ni de otro, Putin le habría hecho anoche a Depardieu el mejor regalo de reyes imaginable: ese documento que le acredita como ruso y le exime de pagar en 2013 la ristra de impuestos directos con que el Gobierno socialista galo pretende equilibrar a corto plazo las mermadas cuentas públicas de un país que sigue resistiéndose a renunciar a su envidiable estado de bienestar social. 

«Hoy hemos adelantado la Nochebuena para ti», se supone que le habrá dicho durante su velada íntima el bueno de Vladimir a su amigote de francachelas Gérard. Quizá incluso habrán cantado juntos el Blueberry Hill de Fats Domino, como aparecen en un vídeo de 2010 que se ha convertido estos días en un favorito de Youtube. ¡Qué menos para agradecer esa carta dirigida por el eterno Obélix a los medios rusos en la que ensalzaba las virtudes de su patria de adopción! 

«Adoro Rusia, su gente, su historia y sus escritores», señalaba el comediante en un texto difundido el jueves por la televisión Pervyi Kanal, que incluía desmedidos elogios hacia «la gran democracia» rusa y explicaba igualmente que su padre, de ideología comunista, siempre escuchó Radio Moscú. Al día siguiente, los medios locales ironizaban sobre la súbita devoción de nuestro hombre. «Gérard, ven el 31 de enero a la plaza Triumfalnia de Moscú con tu nuevo pasaporte ruso en el bolsillo. Todos los 31, a las 18 horas, en esta plaza, ciudadanos rusos exigen el derecho de reunirse pacíficamente, como está contemplado en el artículo 31 de la Constitución. ¡Te esperamos!», le proponía a través de la red social LiveJournal el escritor Eduard Limonov, uno de los más ilustres opositores al régimen de Putin y su partido mayoritario Yedínaya Rossíya. Conociendo a Depardieu, quizá se anime a ir. 

Mucho más duro se mostró con nuestro fugitivo fiscal el comentarista político Matvei Ganapolski, a través de los micros de la radio independiente Echo Moskvy: «Nunca olvidaremos ni perdonaremos que se haya referido a la Rusia actual como 'una gran democracia'». Pero al entrañable Cyrano de Bergerac parece que las críticas le resbalan. 

Él sigue diciendo que se irá a vivir a Belye Stolby, su particular «paraíso ruso» situado a 30 kilómetros de Moscú, muy cerca del Gosfilmofond donde se hallan los archivos nacionales de cinematografía. «Al borde de los bosques de abedules me siento bien. Además, voy a aprender el idioma», ha confesado. Aunque el actor apenas sepa pronunciar unas cuantas palabras en la lengua de Dostoievski, le han bastando estos últimos años para conquistar el corazón de los dirigentes de Rusia y algunas repúblicas vecinas, así como de los millones de espectadores.

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