sábado, 17 de noviembre de 2012

Vuelta al campo en Grecia



«Yo soy independiente si respiro aire fresco, bebo mi agua y como mi comida. Si todos lo fuéramos, los mercados que están hundiendo Grecia se derrumbarían», señala el griego Aristóteles Lucas. Acompaña sus palabras con un largo trago a una lata de cerveza. El premio es merecido tras una agotadora jornada de trabajo en una granja a las afueras de Salónica. 

La suciedad de su peto gris y el sudor que todavía se desliza por su rostro delatan la dureza del campo. Cuesta imaginarle en su anterior empleo, cuando ejercía como comercial y mánager de cuentas de una farmacéutica, hasta su despido debido a la funesta crisis económica helena. Le quisieron enviar a un pueblo remoto para ahorrar gastos, se negó y acabó en la calle con 40 años y un hijo. 
Aristóteles es uno de los 40.000 griegos que han desandado el camino de sus abuelos y han vuelto a trabajar en el campo en los dos últimos años por efecto de la crisis, según la Asociación de Granjeros Griegos. 

El suyo es un ejemplo directo de los efectos de la austeridad en Grecia. Muchos esperan que el nuevo plan de reformas acordado por el Gobierno griego con la Troika no haga sino exacerbar estos cambios sociales. «Esta crisis no es real, no es un problema de producción sino bancario. Si me puedo situar en el mercado de la producción de productos primarios, podré liberarme y a la vez aproximarme a la naturaleza y aprender a cooperar con otra gente», explica el ex comercial, otro integrante más del 23,6% de griegos desempleados. 
Afortunadamente, no está solo en su empeño. Su amiga Asteria Chatziargyrou, todavía con trabajo pero con la mosca del despido detrás de la oreja, le acompaña en sus labores. Ambos son estudiantes de la American Farm School, un centro norteamericano de estudios superiores de agricultura afincado en Grecia y cuyo número de matriculados de más de 25 años ha experimentado un espectacular incremento: un 149% más de alumnos tan sólo en 2011. 

El director del centro, Panos Kanellis, se muestra sorprendido por la avalancha de nuevos solicitantes de plaza: «Mucha gente viene y me dice: tengo un trozo de tierra de mi abuelo. Siempre he vivido en Atenas o Salónica, pero ahora me he quedado desempleado. ¿Cómo podría sacar provecho de esa tierra?». 

El interés de los griegos por volver al campo ha desbordado incluso las expectativas del Estado. Grecia lleva meses alquilando terrenos a 50 euros anuales la hectárea y recibiendo miles de solicitudes para un trabajo antes desechado. A programas como éste se han apuntado alrededor de 3.000 griegos en los últimos meses. 
Quizá la crisis pueda acabar resultando una fórmula para devolver el esplendor perdido a la agricultura en Grecia, un país apto para «producir cualquier vegetal», según Aristóteles, pero donde el sector supone sólo un 3% del PIB y aún se importan ingentes cantidades de productos del exterior: hasta 30.000 limones en 2011, por poner un ejemplo. «Esta crisis está cambiando la mente de la gente en dos sentidos: unos se vuelven más egoístas, pero otros hemos decidido unirnos más», apunta Asteria. 

Sin embargo, no todo es idílico, como les recuerdan sus profesores: «Ésta es una forma de vida muy diferente a la de la ciudad. Tienes que levantarte muy temprano, cuidar del campo todos los días sin importar si llueve, nieva o hace mucho calor», explica la granjera novata. 

El apoyo familiar, como apuntan desde la escuela, es fundamental para el éxito de estos nuevos emprendedores del campo: «Mi mujer me pregunta si he pensado realmente lo que estoy haciendo, porque antes aportaba más dinero a mi familia. Día a día se da cuenta de que esto es lo que yo quería hacer inconscientemente desde hace mucho tiempo y que somos más felices ahora que en el pasado, con menos para gastar pero orgullosos por lo que estamos haciendo», apunta el ex comercial farmacéutico. 

Pero no sólo de granjas vive el hombre. El interés de los griegos por la pesca tradicional también ha crecido espectacularmente en los últimos meses. Los permisos para pescar casi se han duplicado con respecto a 2010, y las autoridades han registrado un número creciente de personas lanzando los anzuelos sin licencia. Hasta 37.000 helenos solicitaron un permiso amateur en 2011. Una muestra más del renovado interés de los griegos por los trabajos tradicionales. 

Algunos como Aristóteles están ya en proceso de adaptación. El ex comercial apura su cerveza en la granja mientras reflexiona sobre el drástico cambio en su vida: «Tenemos problemas, pero somos felices».

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