viernes, 28 de septiembre de 2012

El FIB en peligro



Cuando en 1995 los hermanos leoneses José y Miguel Morán organizaron la primera edición del Festival Independiente de Benicassim, apenas había citas musicales similares. Fijándose festivales ingleses como Glastonbury, crearon una propuesta de música y acampada, introduciendo como aliciente hispano el sol y la playa. Hoy, 17 años después, los festivales de música se han convertido en uno de los principales motores de España, tanto en lo cultural como en lo económico, con carteles que congregan a cientos de miles de personas y que dejan un reguero de millones en sus sedes: Primavera Sound, SOS 4.8, BBK Live, Sónar, Low Cost, Arenal Sound, Viña Rock... 

Pero el que fuese modelo del negocio festivalero español vive desde el martes unos momentos peculiares. A pesar de las buenas cifras de sus dos últimas ediciones -con 200.000 y 160.000 asistentes, respectivamente-, un problema financiero en la empresa propietaria del festival ha disparado las alarmas respecto al futuro del FIB. Todo comenzó el pasado viernes, cuando se suspendió la cotización en el mercado de Music Festivals PLC, propiedad del empresario irlandés Vince Power, quien se hizo cargo del FIB en 2009 después de comprárselo a los Morán tres años antes. 

Las acciones de Music Festivals PLC salieron al mercado en junio a un precio de 0,66 libras y terminaron valiendo 0,02 libras, lo que provocó una devaluación del valor de la compañía desde los 10 millones de libras (12,5 millones de euros) hasta las 310.000 (389.000 euros). A pesar del fracaso de la aventura bursátil, fuentes del FIB señalan que ni el festival ni su hermano heavy (el Costa de Fuego) corren peligro.
La suspensión de la cotización en el mercado secundario ha provocado que la compañía de Power entre en una situación de «in administration». Una denominación que no tiene correspondencia en castellano y que se resuelve mediante tres posibilidades: la recapitalización de la compañía, la venta o la suspensión de pagos y, como consecuencia de esta última, el concurso de acreedores. 


Desde Maraworld, filial española de Music Festivals PLC y organizadora del FIB y del Costa de Fuego, explican que la idea de Vince Power es «buscar financiación por cauces distintos a los mercados, principalmente bancarios». También aseguran que Maraworld «va a continuar con su actividad». El FIB, apunta el portavoz de Maraworld, Ernesto González, «es un festival exitoso», como demuestra el hecho de que el último balance negativo (con unas pérdidas de 300.000 euros, correspondientes a la edición de 2010) se produjese entre las ediciones que arrojaron los mejores resultados de su historia, las de 2009 y 2011. De este modo, apunta que siempre habría quien estuviese interesado en comprar la marca FIB en el peor de los escenarios posibles, que Vince Power se viese obligado a venderlo. «Algo que no entra en los planes de Vince», aseguró ayer González a este periódico. 

En la última edición, celebrada el pasado mes de julio, no se cumplieron las perspectivas de beneficios debido al descenso de asistentes respecto a 2011. Esto no significa que el festival registrase pérdidas, destacan desde la organización. 

Si sigue siendo un festival rentable, ¿qué ha ocurrido para que se dé la situación actual? La clave habría que buscarla más allá del FIB. Vince Power es conocido en el Reino Unido como uno de los principales renovadores del negocio de los festivales. Después de catapultar Reading con una fórmula de doble sede, Power vendió esta franquicia a través de un acuerdo que incluía una moratoria que le impedía llevar a cabo iniciativas similares en suelo británico. Centrado en el FIB, el empresario puso en marcha el Hop Farm, que se incluye dentro de esa categoría de festivales que los británicos denominan boutique: más familiar, menos masificado y con una programación más sosegada. A principios de verano, Power hizo unas declaraciones en las que decía que las ventas del Hop Farm estaban resultando «decepcionantes», achacando esta situación a la situación general del Reino Unido, a la celebración de los Juegos Olímpicos y a la coincidencia con otro festival gratuito organizado por la BBC. 


Los inversores respondieron negativamente al anuncio, que se produjo en un momento en el que, según explica el diario británico The Guardian, se ha llegado a una saturación de festivales británicos en el mercado. 

A esta situación hay que sumarle otra, y es la ampliación del negocio en España. Hasta este año, la empresa de Vince Power sólo organizaba el FIB, más enfocado hacia el pop, el indie y la electrónica. Sin embargo, este año se decidió aprovechar las infraestructuras del FIB para celebrar, una semana después, el Costa de Fuego, más orientado hacia el heavy metal y el rock duro. Esta primera edición registró pérdidas, algo que no preocupa a Maraworld, ya que «ningún festival da beneficios el primer año», como subrayan. Por ese motivo, va a volver a celebrarse en 2013 y con buenas expectativas para consolidarse, a pesar de que el 95% de público es todavía español. 

Pepe Corral, director adjunto del FIB, se reunirá hoy con representantes de la diputación de Castellón y del Ayuntamiento de Benicassim, las dos principales administraciones públicas que colaboran con el festival, para tratar la situación. Éstas ya se han apresurado a anunciar su apoyo a una cita que ha puesto a Benicassim en el mapa internacional.


Sin embargo, la idea no es recurrir a las ayudas públicas para afianzar los cimientos del FIB. Como destacó ayer Ernesto González, el festival es eminentemente privado y se sustenta en la venta de entradas, con sólo un 10% de sus ingresos provenientes de subvenciones y sponsors. 
La situación general no es positiva para los festivales españoles, a la crisis económica hay que sumarle la subida del IVA del 8 al 21% y la caída de las ayudas públicas. El responsable de Rock in Rio dejó caer, poco después del cierre de su última edición, que el festival podría no volver a celebrarse en Arganda del Rey (Madrid) o que podría reconvertirse en un encuentro más orientado hacia la música electrónica. La situación del SOS 4.8 de Murcia tampoco está muy clara, dado que es un festival sostenido básicamente por dinero autonómico en una comunidad en la que el consejero de Cultura ha tenido que poner en marcha proyectos de micromecenazgo para intentar llenar sus maltrechas arcas. 

Resulta difícil pensar en un verano sin FIB, un festival con un historial espectacular (de Leonard Cohen, Bob Dylan y Lou Reed hasta Blur, Oasis y Radiohead) que ha marcado un punto de inflexión dentro de la forma de presentar y consumir música en este país, y que ha sabido reconvertirse sucesivamente, pasando de atraer indies españoles a congregar a una mayoría de público extranjero que abraza también la electrónica y el hip hop.

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